
El Girona se adentra en una de esas noches que la Copa del Rey habitúa a transformar en indecifrables. El Estadio Municipal de O Couto, encendido por la remontada épica del pasado fin de semana, espera al grupo de Míchel con el ánimo en llamas y un rival crecido.
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El Ourense, que en el momento en que el sorteo emparejó a ambos equipos era colista del Conjunto I de Primera Federación, llega ahora transformado: 19 de los últimos 21 puntos, 4 de distancia respecto al playoff y una victoria delirante frente a Unionistas (4-3) tras remontar en los minutos 99 y 102 -después de cuadrar un gol en propia en el 96-. Un aviso claro de que el cuadro gallego vive un momento eléctrico.
Para el Girona, el duelo es algo mucho más que una eliminatoria a partido único. Es un examen de madurez en plena restauración anímica y futbolística. Tras soportar ante Betis y Real Madrid y localizar al fin una versión competitiva, el aparato viaja a Galicia con la intención de confirmar que su buena línea no es un espejismo. No obstante , el contexto no va a ser amable: césped castigado, un rival desatado , ámbito hostil y una convocatoria marcada por las múltiples bajas.
La lista, de hecho , dibuja una foto clara actualmente : hasta ocho players del filial acompañan al primer equipo. Las ausencias de Portu, Blind, Lemar, Krapyvtsov, Juan Carlos, David López o Van de Beek fuerzan a Míchel a tirar del bloque joven para completar un once en el que se espera que Abel Ruiz lidere el ataque. El delantero, que ha ido ganando presencia tras su respectiva lesión, tiene frente sí una oportunidad para reclamar minutos en LaLiga y ofrecer un golpe encima de la mesa en una noche que necesita personalidad.
La Copa, además , llega con una carga sensible añadida. El técnico madrileño insiste ya hace semanas en estabilizar sensaciones y basar un equipo identificable. Y, aunque impide dividir disputas , entiende que esta clase de partidos dejan medir carácter, forma de pensar y capacidad de adaptación. O Couto será precisamente eso: una prueba de resistencia, de saber convivir con un entorno incómodo y de eludir que el guión se tuerza como en tantas ocasiones sucede lejos de Primera.
El Ourense, dirigido por Daniel Llácer, apuesta por un fútbol combinativo, intrépido y con gusto por llevar la iniciativa. Raramente , será un terreno adverso también para ellos, ya que nuestro club informó al Girona de que el césped muestra un estado muy pobre. Paradójicamente, ambos equipos vivirán una noche marcada por las imperfecciones , cuando su esencia parte del balón y de la asociación. En la plantilla gallega espera un viejo conocido : Oriol Comas, excanterano del cuadro catalán, que todavía no ha debutado oficialmente pero vive de cerca un desafío especial.
El Girona sabe que está obligado a eludir la trampa. La Copa no perdona dispesiones ni jerarquías mal ejercidas. Y aunque la distancia entre las categorías es grande, el impulso del Ourense invita a la prudencia. Con la obligación de mantener la solidez de las últimas semanas y de imponer su calidad, los de Míchel procurarán en Galicia un billete que deje proseguir suponiendo en esta competición tan antojadiza como definitiva para remarcar estados de ánimo. O Couto sueña con la sorpresa. El Girona, con evitarla.

